lunes, 11 de marzo de 2013

Del neocriollismo de los años 40 a la literatura urbana de los años 50 y 60

El sentimiento patrio y nacionalista dominará las poéticas desde los años 30 hasta los ‘60. Voces de este amplio periodo poético son Juan Antonio Corretjer (1908-1985), Francisco Manrique Cabrera (1908-1978), Clemente Soto Vélez (1905-1993), Luis Hernández Aquino (1907-1988). “Alabanza en la Torre de Ciales”, de Corretjer, es un cántico epopéyico y emblema de muchos poetas. Singular importancia adquiere el discurso de la mujer en el escenario literario y letrado puertorriqueño con Clara Lair (1908-1973) y Julia de Burgos (1914-1953). Julia de Burgos es considerada por los críticos como poeta cumbre de América, con sus Poema en veinte surcos (1938), Canción de la verdad sencilla (1939) y El mar y tú (1954). Su obra es ampliamente valorada en el mundo hispánico. “Río Grande de Loíza” uno de sus poemas más emotivamente recitados. Prolífico poeta fue el militante nacionalista, Francisco Matos Paoli (1915-2000), especialmente por sus obras Hablante del eco Teoría del olvido (ambas de 1944),Canto a Puerto Rico (1947). Canto de la locura (1962) es un seminal poemario épico, escrito mientras estaba en prisión por su participación en los movimientos nacionalistas.

Para la década del 50, Puerto Rico comienza a ingresar en un proceso de industrialización impulsado por los sectores liberales y seguidores de Luis Muñoz Marín. Alcanza el poder una burguesía y clase media de ideología consumista y asimilista y se impone una vertiginosa dependencia económica de lEstados Unidos. Los artistas e intelectuales, no obstante, no participarán en general de esta ideología neocolonial. Más bien se unirán a los sectores de la izquierda nacionalista y antiimperial. También la Segunda Guerra Mundial y sus nefastos efectos van a crear en los escritores un sentido existencialista del devenir. La nueva dependencia del ultracapitalismo colonial los lleva a participar en luchas antiimperialistas y socialistas. Se incrementa un sentimiento de nostalgia por la pérdida de los valores criollos y los escritores se resistirán a asimilar los horizontes que augura el creciente capitalismo consumista y las nuevas expresiones de la ciudad colonial que se acrecientan para las décadas del 50 y el 60.

Abelardo Díaz Alfaro (1919-1999), René Marqués (1919-1979), José Luis González (1926-1996), Pedro Juan Soto (1928-2002), desde fines de los años 40 hasta la década del 80, van a enfrentarse a la nueva modernidad colonial. A su entender, la integridad nacional tan valorada desde el siglo XIX, sufre una gran amenaza. Con su libro Terrazo (1949), Díaz Alfaro se enfrenta con dramático sentido existencial a la amenaza de la cultura estadounidense frente a los valores isleños. Sus cuentos “El Josco” y “Los perros” han sido muy valorados incluso por la crítica extranjera. José Luis González es un narrador que mediante el cuento “En el fondo del caño hay un negrito” (en el libro En este lado, 1954) inicia la literatura urbana de la marginalidad obrera. Reconocida también, en los ámbitos de lucha social, fue la novela Los derrotados (1956) de César Andréu Iglesias (1915-1976). Amplio impacto tuvo el libro Spiks (1957) de Pedro Juan Soto, donde expone cuentos que recoge el dolido mundo de la emigración de los boricuas hacia Nueva York. Son narraciones que rompen con los estilos de la cuentística anterior. René Marqués, por su parte, fue prolífico e imponente en su labor literaria. Sus obras La carreta (1951) y Los soles truncos (1963) se perfilan como dos de los mejores dramas del siglo XX, que representan el trágico destino nacional. Similar ideología enmarca su novela La víspera del hombre (1959), los cuentos de En una ciudad llamada San Juan (1960), y su ensayo “El puertorriqueño dócil” (1960). Francisco Arriví (1915- ) se presenta también como un dramaturgo atento a la problemática de lo nacional y los problemas existenciales y universales en sus dramas María Soledad (1947), Bolero y plena (1956), Vejigantes(1958).

Para los años 60 sobresalen en la lucha anticolonial de la literatura, las novelas Usmaíl (1959) y Ardiente suelo fría estación (1961) de Pedro Juan Soto. Emilio Díaz Valcárcel (1929) nos brinda valiosas novelas como El hombre que trabajó lunes (1966), Figuraciones del mes de marzo (1972) yHarlem todos los días (1978). En estas novelas se representa al puertorriqueño como un ser atormentado por los conflictos en la moderna ciudad.



Informacion Recopilada: http://www.enciclopediapr.org/esp/article.cfm?ref=06100601&page=4

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