lunes, 11 de marzo de 2013

http://www.enciclopediapr.org/

De aquí se recopilo mucha de la información que se presenta en este blog

LA GACETA DE PUERTO RICO








La Gaceta el primer periódico nacional que hizo su primera publicación en el 1806. Circuló hasta el cambio de soberanía en el 1898. La introducción a la imprenta en el 1806 marcó el inicio de la literatura puertorriqueña.











Del neocriollismo de los años 40 a la literatura urbana de los años 50 y 60

El sentimiento patrio y nacionalista dominará las poéticas desde los años 30 hasta los ‘60. Voces de este amplio periodo poético son Juan Antonio Corretjer (1908-1985), Francisco Manrique Cabrera (1908-1978), Clemente Soto Vélez (1905-1993), Luis Hernández Aquino (1907-1988). “Alabanza en la Torre de Ciales”, de Corretjer, es un cántico epopéyico y emblema de muchos poetas. Singular importancia adquiere el discurso de la mujer en el escenario literario y letrado puertorriqueño con Clara Lair (1908-1973) y Julia de Burgos (1914-1953). Julia de Burgos es considerada por los críticos como poeta cumbre de América, con sus Poema en veinte surcos (1938), Canción de la verdad sencilla (1939) y El mar y tú (1954). Su obra es ampliamente valorada en el mundo hispánico. “Río Grande de Loíza” uno de sus poemas más emotivamente recitados. Prolífico poeta fue el militante nacionalista, Francisco Matos Paoli (1915-2000), especialmente por sus obras Hablante del eco Teoría del olvido (ambas de 1944),Canto a Puerto Rico (1947). Canto de la locura (1962) es un seminal poemario épico, escrito mientras estaba en prisión por su participación en los movimientos nacionalistas.

Para la década del 50, Puerto Rico comienza a ingresar en un proceso de industrialización impulsado por los sectores liberales y seguidores de Luis Muñoz Marín. Alcanza el poder una burguesía y clase media de ideología consumista y asimilista y se impone una vertiginosa dependencia económica de lEstados Unidos. Los artistas e intelectuales, no obstante, no participarán en general de esta ideología neocolonial. Más bien se unirán a los sectores de la izquierda nacionalista y antiimperial. También la Segunda Guerra Mundial y sus nefastos efectos van a crear en los escritores un sentido existencialista del devenir. La nueva dependencia del ultracapitalismo colonial los lleva a participar en luchas antiimperialistas y socialistas. Se incrementa un sentimiento de nostalgia por la pérdida de los valores criollos y los escritores se resistirán a asimilar los horizontes que augura el creciente capitalismo consumista y las nuevas expresiones de la ciudad colonial que se acrecientan para las décadas del 50 y el 60.

Abelardo Díaz Alfaro (1919-1999), René Marqués (1919-1979), José Luis González (1926-1996), Pedro Juan Soto (1928-2002), desde fines de los años 40 hasta la década del 80, van a enfrentarse a la nueva modernidad colonial. A su entender, la integridad nacional tan valorada desde el siglo XIX, sufre una gran amenaza. Con su libro Terrazo (1949), Díaz Alfaro se enfrenta con dramático sentido existencial a la amenaza de la cultura estadounidense frente a los valores isleños. Sus cuentos “El Josco” y “Los perros” han sido muy valorados incluso por la crítica extranjera. José Luis González es un narrador que mediante el cuento “En el fondo del caño hay un negrito” (en el libro En este lado, 1954) inicia la literatura urbana de la marginalidad obrera. Reconocida también, en los ámbitos de lucha social, fue la novela Los derrotados (1956) de César Andréu Iglesias (1915-1976). Amplio impacto tuvo el libro Spiks (1957) de Pedro Juan Soto, donde expone cuentos que recoge el dolido mundo de la emigración de los boricuas hacia Nueva York. Son narraciones que rompen con los estilos de la cuentística anterior. René Marqués, por su parte, fue prolífico e imponente en su labor literaria. Sus obras La carreta (1951) y Los soles truncos (1963) se perfilan como dos de los mejores dramas del siglo XX, que representan el trágico destino nacional. Similar ideología enmarca su novela La víspera del hombre (1959), los cuentos de En una ciudad llamada San Juan (1960), y su ensayo “El puertorriqueño dócil” (1960). Francisco Arriví (1915- ) se presenta también como un dramaturgo atento a la problemática de lo nacional y los problemas existenciales y universales en sus dramas María Soledad (1947), Bolero y plena (1956), Vejigantes(1958).

Para los años 60 sobresalen en la lucha anticolonial de la literatura, las novelas Usmaíl (1959) y Ardiente suelo fría estación (1961) de Pedro Juan Soto. Emilio Díaz Valcárcel (1929) nos brinda valiosas novelas como El hombre que trabajó lunes (1966), Figuraciones del mes de marzo (1972) yHarlem todos los días (1978). En estas novelas se representa al puertorriqueño como un ser atormentado por los conflictos en la moderna ciudad.



Informacion Recopilada: http://www.enciclopediapr.org/esp/article.cfm?ref=06100601&page=4

domingo, 10 de marzo de 2013

Los Inocentes de Pedro Juan Soto


Pedro Juan Soto


Pedro Juan Soto nació el 11 de julio de 1928 en Cataño. Cursó estudios primarios y secundarios en ese pueblo y en Bayamón. En 1946, ingresó en la Universidad de Long Island, Nueva York, donde inició el curso de premédica, el que abandona para dedicarse al estudio de la literatura y la lengua inglesa. Mientras estudiaba allí, se inició en el periodismo al publicar artículos, reportajes y entrevistas en varios periódicos de esa ciudad.
En 1950, obtuvo su bachillerato y ese mismo año ingresó en el Ejército de Estados Unidos, hasta 1951, cuando inició sus estudios hacia la maestría en la Universidad de Columbia en Nueva York.

Comenzó a publicar sus cuentos en la Revista Asomante. En 1953 y en 1954, obtuvo el primer y el segundo premio en el Certamen de Navidad del Ateneo Puertorriqueño, por sus libros Garabatos (1953) y Los inocentes (1954). En 1955, se ganó el primer premio de teatro en esa misma institución cultural, con su obra teatral El huésped, la cual fue representada en 1956 por la Docta Casa.
En 1956, publicó una recopilación de sus cuentos bajo el título Spiks, en la que representa la amarga realidad de los boricuas en Nueva York. En 1959, publicó la novela Usmaíl, que obtuvo un premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña, el cual Pedro Juan rechazó. En está obra, el autor expone su preocupación por la situación político-sociocultural que vive la Isla Nena al estar invadida por la Marina estadounidense.
En su novela El francotirador (1969) se destaca la narración en contrapunto de dos historias desarrolladas en Cuba y en Puerto Rico. En 1983, su novela Un oscuro pueblo sonriente recibe el premio Casa de Las Américas, de Cuba.
La producción literaria de Soto tiene como ámbito los centro urbanos, pero el énfasis recae en la condición interna de los personajes o sus situaciones;  por esto, su obra se distingue por la escasez de diálogos y por las descripciones extensas.
Otras obras de este autor son: Temporada de duendes (1983), A solas con Pedro Juan Soto (1973), Un decir (1976), En busca de J.J. de Diego Padró (1988) y Memoria de mi amnesia(1991).
Pedro Juan Soto fue profesor de literatura en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, de donde se jubiló después de muchos años de servicio. 

Anjelamaría Dávila



Angelamaría Dávila. Mujer Verso, Animal Fiero y Tierno


Poemas de la poeta puertorriqueña Angelamaría Dávila, en su propia voz, leídos en festivales de poesía en colombia y algunos países de américa del sur. estos poemas fueron rescatados gracias a sus hijos, quienes los conservaban en cassettes.

Anjelamaría Dávila


Ángela María Dávila Malavé nace un 21 de febrero del 1944 y fallece un 8 de julio del 2003. La crítica literaria nacional consideró a Anjelamaría Dávila una de la exponentes de la poesía puertorriqueña más prometedoras de su generación. Aunque su legado es extenso, el mismo se encuentra disperso en gran número de publicaciones nacionales y extranjeras. Apenas tuvo oportunidad de sacar a la luz dos obras, la primera de ellas, “Homenaje al ombligo” (1966), en colaboración con su entonces esposo José María Lima (1934-2009).
Aunque su vena poética le afloró durante cuando era adolescente, fue poco después de que ingresara a la Universidad de Puerto Rico que se adentró en el cultivo de este género literario al vincularse al denominado Grupo Guajana, dirigido por el poeta Vicente Rodríguez Nietzsche y que editaba la revista Guajana, hoy reconocida como la más importante dentro de las de su género durante la década de 1960. Ella llegó a ser una de las figuras representativas de aquel colectivo, en el que también figuraban Marina Arzola, Antonio Cabán Vale “El Topo”, Andrés Castro Ríos, Edgardo López Ferrer, Susana Matos Freire, Ramón Felipe Medina, Carlos Noriega, Edwin Reyes Berríos, Marcos Rodríguez Frese, Vicente Rodríguez Nietzsche, Juan Sáez Burgos, Enceslao Serra Deliz y José Luis Vega.
En 1963, otro destacado poeta, Jorge Luis Morales, la presentó en el Ateneo Puertorriqueño, donde ofreció su primer recital. En 1965 fue incluida en la “Antología de jóvenes poetas” editada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña. En esta obra también aparecen varios de sus compañeros del Grupo Guajana.  
A partir de 1970, poemas de Anjelamaría Dávila aparecerían frecuentemente en las páginas de las revistas Bayoán, Palestra y Surco. En 1977, la Editorial Huracán le publicó el poemario “Animal fiero y tierno”. Su presencia también se hizo habitual en café-teatros y centros culturales en los que, además de declamar, cantaba. Entre los tantos espectáculos que ofreció son muy recordados los titulados “De frente con mi tierra” y “Ritmos de fuego”, en el Café-Teatro Río Piedras. En este último, producido por Lynnette Oliver y presentado el 27 se septiembre de 1983, compartió con otras féminas muy destacadas en el quehacer cultural nacional: Rayda Cotto, Vanessa Cruz, Brenda Díaz, Adrienne Galler Lastra, Elba Lugo, Cutita Méndez, Myrna Oliver, Tati Rodríguez y Carmen Nydia Velázquez.
Nuestra biografiada, quien también era una excelente dibujante, fue incluida en la “Antología de la poesía hispanoamericana actual”, de Julio Ortega (Siglo 21 Editores, 1994) y en “Flor de lumbre /Guajana 40 aniversario 1962-2002” (ICP, 2004). En esta última obra aparecen sus poemas  “Acabo de morir”, “Ante tanta visión de historia y prehistoria”, “El largo día del hambre”, “Glosas de la paloma”, “Homenaje”, “Me surge desde adentro”, “Poema de amor para las heroínas y los héroes”, “Quise sembrarme todas mis venas”, “Todos los días”, “Tu cuerpo siempre cálido”, “Un sol azul”, “Y así voy…” e “Y crecí tanto”. 
Desafortunadamente, Anjelamaría Dávila enfermó siendo joven y cuando más se esperaba de su talento. Un padecimiento pulmonar comenzó a minar su organismo, calamidad que se complicó al ser atacada por el Mal de Alzheimer. Fallecería en el Centro de Cuidado Hogar Guadalupe, en Río Grande, el 8 de julio de 2003. Era madre del actor Aurelio Lima (nacido en 1970) y de Amanda Colón, quien vio la primera luz en 1980. Dejó inédito el poemario “La querencia”.